23 sept 2015

Sobre el actor como guía (en memoria de Carlos Álvarez-Novoa)

Por Manel Barriere Figueroa
LAS OLAS de Alberto Morais es una película atípica por muchas cosas, pero si algo sobresale como elemento alrededor del cual convergen todos sus planteamientos cinematográficos y estéticos es la presencia en la casi totalidad de los planos del actor protagonista, Carlos Álvarez-Novoa, recién fallecido en Sevilla. La noticia me ha llevado a pensar en él de la manera en que un montador piensa habitaulmente a los actores, personas que se vuelven familiares, con quienes compartes horas y horas a lo largo de semanas, sino meses, pero que ni conoces ni te conocen. Un sentimiento que siempre me ha parecido contradictorio a la par que curioso.

Se suele creer que la materia prima con la que trabaja un montador son los planos, los encuadres, angulaciones, movimientos, luces y sombras, y que la persona con la que comparte el proceso de articular esa materia es el director. Se olvida así el papel central que tienen actores y actrices, quienes pueblan, transitan ese material y transmiten de una forma física, real, el conjunto de elementos emotivos y psicológicos que va a contener luego la película.

Se termina el rodaje, o la participación de uno de los miembros del reparto, el director le despide y el equipo apalude. Ahí termina su labor. Ha dado lo mejor de sí para que el director obtenga lo que quiere, para ayudarle a materializar el personaje imaginado en tantas horas y horas de escritura de guión, de planificación, de esnayos y caracterización. Ahí termina su labor. O tal vez no.

En una pequeña habitación oscura, el personaje encarnado por el actor resucita una y otra vez, repite su actuación una y otra vez, y cada uno de los pequeños gestos, movimientos, matices que pasan desapercibidos en un primer visionado pero que han contribuido a esa primera emoción, van enriqueciendo los análisis y reflexiones que montador y directos deben abordar para poder identificar claramente el material que tienen entre manos, lo cual les conducirá a construir (o reconstruir) la película que se ha rodado. Diferencia fundamental. Identificar, descubrir esa diferencia, la que existe entre lo que el director quería y lo que se ha rodado realmente, es esencial para llevar a buen puerto el proceso de montaje, y el trabajo actoral es una de las luces que nos guían en ese descubrimiento.

Me consta que Carlos fue un actor generoso en el rodaje de LAS OLAS, o así lo creo yo. En la sala de montaje, donde nos enfrentamos a una planificación austera, esencial, por la que el personaje protagonista transita cargando sobre sus espaldas todo el peso de la narración, de la emoción, del ritmo y del espacio, Carlos devino un guía lúcido y respetuoso, que nos ayudó a encontrar al fin aquello que realmente queríamos y debíamos hacer. Un lujo y un placer.